viernes, 16 de septiembre de 2011

Pascual Guerrieri volvió a declarar y pasó de la ironía al sarcasmo

La mirada del represor. (Foto: UNO/Juan Ignacio Pereira)

El represor juzgado en Paraná se burló de las víctimas: “Tengo cinco hijos y ocho nietos, ¿para qué quiero un bebé más?”. Hizo chistes con el Tribunal y se victimizó.

La emoción que transmitió el hermano de la desaparecida Raquel Negro y tío biológico de Sabrina Gullino, Jorge Rogelio Negro; la precisión sobre el accionar represivo que tuvo en su relato Horacio Ballester, titular del Centro de Militares para la Democracia Argentina (Cemida); los aplausos del público como cierre de ambos testimonios; en suma, el avance que va teniendo en las últimas semanas el esclarecimiento de la verdad histórica, terminó por irritar ayer a los represores que son juzgados en Paraná por robo de bebés. El más afectado fue Pascual Oscar Guerrieri, el que más alto rango militar entre los seis acusados tenía durante la dictadura, quien pidió ampliar su declaración indagatoria para abundar en la ironía y hacer uso del sarcasmo.

Con un poco de ira incontenible y mucho de sobreactuación, Guerrieri pidió hablar para opinar sobre la descripción de la Doctrina de Seguridad Nacional y el cuestionamiento de la obediencia debida que había hecho Ballester, aceptando preguntas del Tribunal y los fiscales pero no de los querellantes; pero terminó insistiendo con su reivindicación del terrorismo de Estado.

Quien fuera cabecilla del Destacamento de Inteligencia 121 de Rosario –la patota que ya fue condenada por la matanza de los detenidos en la Quinta de Funes y que ahora es juzgada por organizar el plan para robar los hijos de Raquel Negro– pretendió ningunear a Ballester diciendo que no lo conocía, que creía que era coronel. Esto mereció que el presidente del Tribunal, Roberto López Arango, le pidiera que no fuera irónico. Luego de hacerse el desentendido, Guerrieri dijo que en realidad sí lo conocía y adjudicó sus críticas a que “no pudo ascender a general”. Terminó admitiendo la observación del juez: “Puede tener razón, también tengo un poco de rabia, por los aplausos. Venimos sufriendo hace mucho”.

En algunos pasajes de su declaración jugueteó con el dolor de las víctimas y familiares. Por ejemplo cuando dijo: “Jamás me hubiera puesto a ordenar robo de bebés. No lo hubiera aceptado nunca por formación moral. Tengo cinco hijos y ocho nietos, ¿para qué quiero un bebé más?¿Para venderlo a Alemania?”. El sarcasmo también apareció cuando cuestionó las indemnizaciones del Estado a familiares y víctimas: “Acá todo el mundo está cobrando peaje, menos nosotros”.

Guerrieri se permitió hacer preguntas a los jueces y fiscales. Al presidente del Tribunal le llegó a preguntar qué edad tenía y cuando le respondió que tenía algunos años menos que él, hasta se hizo el gracioso: “Le voy a decir un piropo: parece menos”. El chiste fue festejado en el estrado.

El acusado pretendía seguir con el diálogo. En un momento preguntó si alguien sabía por qué la bandera argentina –a la que él dijo defender y no a la soviética– tiene un sol en el centro. El fiscal José Ignacio Candioti reaccionó con una aclaración que no había llegado a tiempo desde el Tribunal: “No estamos acá para ser interrogados”.

El pico de su acalorada intervención fue cuando dijo que había una “guerra jurídica” contra ellos, que tenía en “la primera línea” a los jueces federales, y que prefiere que lo fusilen antes de que lo juzguen: “Cuando cambiaron la ley de Obediencia Debida, ¿por qué no pusieron la ley de fusilamiento? Estaría contento de estar frente a un pelotón de fusilamiento, porque sería como (Manuel) Dorrego, un héroe nacional, y ahora soy un delincuente. Si es posible, que nos fusilen, le peticiono a las autoridades”.

Obediencia

Antes, Ballester había puesto énfasis en la posibilidad de los militares de desobedecer las órdenes ilegales: “El militar no es un cumplidor de órdenes robótico, si cumple o no es un problema de conciencia”, afirmó. En otro pasaje citó ejemplos de mandatos a todas luces ilegales que se impartían durante la dictadura: “Nadie está obligado a cumplir órdenes ilegales. Las torturas, violaciones, los robo de bebés no estaban contemplados como funciones del Ejército”, sostuvo.

En un momento de esta testimonial, el imputado Amelong comenzó a realizar preguntas en ejercicio de su autodefensa. Sus interrogaciones apuntaban a artículos de reglamentos militares, en lo que se parecía más a un examen que a un juicio. La situación irritó a la querella, que objetó la intervención del represor, porque en vez de preguntar estaba "alegando".

Sin embargo, López Arango permitió que el militar ya condenado por gravísimos delitos de lesa humanidad continuara con sus digresiones, mientras que amenazó con hacerlo retirar de la sala al abogado de Abuelas de Plaza de Mayo, Álvaro Baella, por manifestar su disconformidad con la decisión del magistrado. Cuando al final de la audiencia Baella quiso manifestar su oposición a esa advertencia, porque expulsarlo no es facultad del presidente solo sino del Tribunal, se la rechazó por extemporánea.

Finalmente, María Belén Rodríguez Cardozo, directora del Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) con sede en el Hospital Durand, confirmó en el juicio el correcto procedimiento que se llevó a cabo para confirmar la pertenencia de Sabrina Gullino al grupo familiar Valenzuela-Negro. Dijo que “se arribó a lo que se llama probabilidad de parentalidad” con un 99,9999% de precisión, y aclaró que “el 100% nunca se puede obtener matemáticamente”.

El testimonio del padre adoptivo de Sabrina

“Nunca nos imaginamos que Sabrina era hija de desaparecidos. Siempre pensamos que el mecanismo era otro: que los militares se quedaban con los hijos de los desaparecidos o que se los entregaban a los conocidos”, contó este jueves ante el Tribunal Oral Federal el bioquímico jubilado Raúl Francisco Gullino, padre adoptivo de la hija de los desaparecidos Raquel Negro y Tulio Valenzuela. En su declaración en el juicio por la causa Hospital Militar, confirmó que los primeros días de abril fue con su esposa a retirar a la beba por orden de la Justicia de Menores al Hogar del Huérfano de Rosario, donde había sido abandonada por los represores en el marco del plan para la sustracción de Sabrina y su hermano mellizo por el cual se juzga a Pascual Oscar Guerrieri, Juan Daniel Amelong, Jorge Fariña, Walter Pagano, Marino González y Juan Antonio Zaccaría.

“Un día estábamos almorzando con mi señora y en Canal de 3 de Rosario aparece un movilero que va a hacer una nota al Hogar del Huérfano, porque habían dejado abandonado un bebé. Hicimos el comentario: 'A ver si es para nosotros esta beba'”, dijo. Tres o cuatro días después, el matrimonio recibió un llamado de la Justicia avisándoles que había una niña para ellos. Se trataba de la misma criatura que había sido abandonada.

“En el Hogar del Huérfano nos hicieron pasar, la madre superiora nos mostró a Sabrina y nos dijo que la habían dejado abandonada en la puerta; pero no vieron nada, no escucharon nada. Alguien que salía o que entraba se encontró con la bebé y la tuvieron a su cuidado”, recordó. Eso fue el 3 de abril del 78, una semana después del abandono.

Sabrina nunca desconoció su condición de adoptada, ya que sus padres se lo fueron haciendo saber desde muy chica. Pero nunca se imaginaban ellos que era hija de desaparecidos. Emocionado, Gullino dijo que lo único que le ocultaron a su hija fue que había sido abandonada, como forma de protegerla. Recién se lo contaron días antes de que se realizara el análisis de ADN, cuando ya los habían llamado desde el Juzgado Federal de Paraná y tenían la firme sospecha, por la información que habían leído en la prensa, de que era la hija melliza de Raquel Negro y Tulio Valenzuela.

Finalmente, Francisco hizo un agradecimiento a “todos los que han ayudado a Sabrina en todo este proceso, llámese la organización HIJOS, Abuelas de Plaza de Mayo, Secretaría de Derechos Humanos, a sus hermano Sebastián y Matías, a toda la gente que nos ha tocado conocer acá en el Juzgado Federal de Paraná que nos han tratado en forma tan amable”.

El mensaje del tío

"Quisiera hacer un pedido y un deseo: que con todo esto haya alguna persona que se mueva, que le llegue, que le toque, y que diga algo sobre mi sobrino; que dé una noticia", dijo Jorge Rogelio Negro, hermano de la desaparecida Raquel Negro, al declarar en el juicio. “Sería bárbaro, como fue hermoso encontrar a Sabrina, llegar a concretar esto con la llegada de mi sobrino. Por eso pido a quien sea que aporte algún dato para poder llegar al final de todo esto”, agregó ante el Tribunal.

“Y también quiero decir que yo a Tulio Valenzuela, el papá de Sabrina, lo vi una sola vez en mi vida, no puedo decir que lo conocí, pero si conocí bien a Marcelino Álvarez y a Raquel Negro: estoy seguro que los tres estarían orgullosos de sus hijos, muy orgullosos, de haber llevado adelante todo esto y también el haberse conocido, haberse querido tanto y llevarse tan bien”, remarcó.

Alfredo Hoffman
De la Redacción de UNO

1 comentario:

  1. las declaraciones del papa adoptivo de Sabrina y del hermano de Raquel Negro en particular nos devuelven esa humanidad y carino que se necesita para sanear tanta agresion en las apropiaciones y demas violaciones de la pasada dictadura. Luis Alberto

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